Acción Ecológica Opina: UN BALANCE DE OCTUBRE 2019 EN EL ECUADOR

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Sab Oct 19 10:00:37 PDT 2019


Acción Ecológica Opina
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*UN BALANCE DE OCTUBRE 2019 EN EL ECUADOR*

Si bien para el poder este mes ha significado una dura derrota a su 
propuesta de política económica, centrada principalmente en la 
eliminación de subsidios a los combustibles, para el pueblo estas fechas 
serán recordadas como unas de las más bellas jornadas de solidaridad, de 
reencuentro con una ancestralidad viva, de reconocimientos entre iguales 
y de respeto a las diferencias.

Los indígenas inundaron las ciudades, sobre todo Quito. Pero no 
solamente ellos. La gente urbana se volcó a las calles, los jóvenes, los 
indígenas que habitan las zonas marginales, transformando la ciudad, a 
momentos en escenarios de confrontación y en otros en momentos de 
celebración. Rápidamente se organizaron espacios de alojamiento, se 
instalaron cocinas colectivas, se abrieron las puertas de las casas. 
Turnos para cocinar para las más de 40.000 personas que estaban en las 
calles. Turnos para limpiar los baños, mientras los indígenas 
deliberaban. En todos los centros había brigadas de médicos, caravanas 
entregando y retirando donaciones… Había tanta respuesta que los centros 
de acopio de víveres y vituallas, debieron dejar de recibir el apoyo. 
“No necesitamos más pan… no se requieren más alimentos”.

Por supuesto hubo gente que vio el proceso desde las redes sociales, y 
que en ellas circularon mensajes racistas, convocatorias al miedo, o 
incluso invitaciones al odio y la violencia, pero eso no cambió el 
respeto y cariño que consiguieron los indígenas.

Este nuevo levantamiento indígena marcó un antes y un después. Habíamos 
pasado más de 10 años bajo un paquetazo cultural: el del “progreso”. En 
sus imaginarios más tradicionales de carreteras, minería, mega 
infraestructura, transgénicos, todo acompañado con conservadurismo, 
autoritarismo y corrupción (la misma que caracteriza a las nuevas 
derechas del continente). Paquetazo que se impuso con hostigamientos, 
descalificaciones y persecución a las organizaciones.

Ese paquetazo fue especialmente virulento con la naturaleza, sus pueblos 
y los defensores y defensoras. Se expandió la frontera petrolera, 
incluso sobre el Parque Nacional Yasuní (a pesar de los discursos), se 
impuso con violencia la minería en los territorios indígenas y 
campesinos, se construyeron mega obras de infraestructura para favorecer 
al extractivismo y a la agroindustria, a costa de quitar inclusive el 
agua a los pueblos. En esos procesos de imposición y despojo, se 
criminalizó a centenares de personas, dirigentes y comunidades 
campesinas e indígenas, quienes son los que más apegados están a la 
tierra y al territorio.

Con el actual gobierno, las medidas neoliberales de ajuste impuestas por 
el FMI para otorgar créditos al Ecuador, tras su regreso al país, fueron 
materializadas con varios decretos y decisiones. El Decreto 722 que 
retiró los impuestos a las mineras, el 724 que reformó los precios de 
algunos combustibles, un conjunto de acuerdos ministeriales con reformas 
laborales, la Ley de Fomento Productivo, el reglamento de Código 
Orgánico Ambiental y otras. Pero es el Decreto 883, que retiraba el 
subsidio a los combustibles, la gota que derramó el vaso y generó la 
explosión social liderada por el movimiento indígena.

El subsidio a los combustibles fue presentado por el gobierno como un 
apoyo a los más ricos y una forma de beneficiar a los contrabandistas. 
Esa fue la pedagogía del gobierno y sus élites. Sin embargo, el alza de 
combustibles fue evidenciada como un enorme impacto a los más 
empobrecidos. Y esa fue la pedagogía del movimiento indígena.

El movimiento indígena logró la derogatoria del Decreto 883, exigió que 
las diferentes reformas pasen por control de constitucionalidad, y dio 
una clase de democracia al tratar los acuerdos públicamente, con 
transmisión en vivo y en directo. En su agenda también están los presos, 
los heridos, las denuncias a dirigentes y plantean que debe haber 
condiciones para el diálogo.

En momentos de hacer balances, las derechas ecuatorianas, 
socialcristianos, conservadores o liberales, hicieron evidente su 
racismo. Aunque no respeten a los indígenas, les tienen miedo porque son 
conscientes de su fuerza. Para ellos era más sencillo poner las 
contradicciones solo como una agenda golpista del correísmo-madurista.  
En su balance demandan más represión militar pues sugieren la 
infiltración de la guerrilla y, con esto, preparan las condiciones de 
represión a futuro.

Para los correistas y algunos de sus aliados de la vieja izquierda que 
siempre maltrataron y consideraron a los indígenas como si fueran un 
resabio del pasado, la revuelta fue un fracaso, pues la salida de 
elecciones anticipadas y el regreso de Correa no cuajó; según ellos, 
todo por falta de “conducción del proceso”.

Ni uno ni otro entendieron que el levantamiento estuvo motivado por un 
genuino deseo de suspender las medidas en favor de la mayoría de los 
ecuatorianos. Les cuesta asimilar que el movimiento indígena se 
re-posicionó como actor político y que tiene agendas políticas de 
justicia social, no solo para el presente, sino también de futuro.

Menos visible, pero no menos importante, ha sido el debate del Ecuador 
petrolero.  Un debate no nuevo, pues tiene antecedentes y sustento en 
las luchas anti-extractivas del país, con críticas a los combustibles 
fósiles, las continuas denuncias de la contaminación y el reclamo por 
territorios libres de petróleo.

En el mundo entero –y el Ecuador no es la excepción- el petróleo es la 
fuente de energía más subsidiada, al punto que siendo la más costosa 
desde el punto de vista de los ciclos geo-bio-metabólicos del planeta, 
es la fuente más barata en el mercado. El Gobierno actual, en 
continuidad con el anterior, apuesta a ampliar las fronteras petroleras, 
mantener los subsidios a las empresas, incluso pagando abusivos 
arbitrajes, que ahora lo harán con los créditos del FMI (establecido en 
el acuerdo).

El mundo indígena no necesita probar que es crítico al petróleo, menos 
aún los ecologistas, pues sus luchas por un Ecuador post petrolero y por 
territorios libres de petróleo, minería y represas seguirán en los 
territorios.

En las jornadas de octubre, se colocó a debate el último eslabón de los 
subsidios, aquel que demuestra la fatal dependencia de la sociedad a 
esta fuente de energía. Se demostró que el retiro de ese último eslabón 
de subsidios -sin resolver temas como el transporte y la soberanía 
energética y alimentaria-, trasladaba la crisis a los más empobrecidos. 
Ahora, nos queda por resolver los problemas ambientales relacionados con 
el uso de combustibles fósiles.

ACCIÓN ECOLÓGICA
18 de octubre de 2019

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