<html>
<head>
<meta http-equiv="content-type" content="text/html; charset=UTF-8">
</head>
<body>
<font face="Helvetica, Arial, sans-serif">Acción Ecológica opina <b><br>
</b></font>
<div align="center"><font face="Helvetica, Arial, sans-serif"><b><img
moz-do-not-send="false"
src="cid:part1.003F68AA.5B5CC916@accionecologica.org"
alt="ae" width="70" height="82"><br>
</b></font><br>
</div>
<div align="center"><font face="Helvetica, Arial, sans-serif"><b>Serie
Coronavirus #15</b></font><br>
<br>
<font face="Helvetica, Arial, sans-serif"><b>LA SALUD DESDE LO
LOCAL Y GLOBAL</b></font><br>
</div>
<font face="Helvetica, Arial, sans-serif"><br>
El sentido de orgullo ecuatoriano ha estado anclado a la belleza
de sus paisajes, al “sí se puede” de sus éxitos deportivos, a su
historia y cultura donde la capacidad de movilización, sobre todo
de las nacionalidades y pueblos indígenas, ha sido ejemplo y “Luz
de América”; pero también las decisiones que, como el
reconocimiento de los Derechos de la Naturaleza, marcan la
historia como faro del mundo. Sin embargo, de sus gobernantes y de
sus decisiones políticas, solo hemos acumulado despechos.<br>
<br>
La medalla de oro olímpica de Jefferson Pérez en Atlanta, el oro
de Glenda Morejón en el mundial juvenil de marcha de Nairobi, el
campeonato mundial de ajedrez de Carla Heredia en Grecia, el oro
de la selección de fútbol sub20 en Río de Janeiro, o el de Richard
Carapaz en el Giro de Italia, fueron momentos de orgullo, forjados
por jóvenes que sueñan y animan un “sí se puede”, pero que no
dejan de ser brotes aislados y transitorios. Mientras las
decisiones políticas nos hacen perder un símbolo magnífico como la
Cascada de San Rafael, hacen fraude para que se pueda explotar el
Yasuní, o incluso entregar una isla en Galápagos para el ejército
de EEUU, o firman tratados que hacen perder las 200 millas
marítimas, demostrando que la labor de cuidado no es una
característica de las autoridades nacionales.<br>
<br>
El COVID-19 ha sacado a la luz lo decepcionante que pueden llegar
a ser las decisiones gubernamentales, pero también cómo la
irresponsabilidad, la corrupción y la impunidad son males que se
acumulan. Este coronavirus nos ha colocado en un escenario que
indigna, provoca dolor y avergüenza.<br>
<br>
La vergüenza nacional trascendió las fronteras cuando la autoridad
de Guayaquil ocupó el aeropuerto de esa ciudad para evitar el
aterrizaje de aviones humanitarios y toda la prensa internacional
se hizo eco. El dolor no nos pudo ser ajeno al ver a los
ciudadanos sacar los cuerpos en descomposición de sus familiares
porque las autoridades no los retiraban para su entierro. La
indignación nos alcanzó cuando se comprobó cómo las autoridades
del IESS hacían negocio con los insumos médicos, con sobreprecios
y con funcionarios del ministerio que cobraban a los familiares
por el retiro de los fallecidos. Una indignación que alcanza el
enojo cuando se conoció de la exposición a la que se somete a
estudiantes de medicina que son empujados a las UCI sin trajes de
protección y sin que las universidades, ni hospitales, ni
ministerios le den la seguridad social que requieren y más bien se
los amenaza con no certificarles las prácticas si no se exponen.
<br>
<br>
Resultó un escándalo el pago a los acreedores de deuda del
mercado internacional, varios de los cuales son tenedores de bonos
ecuatorianos. Se les entregó más de 300 millones de dólares en
plena emergencia cuando no había fondos para comprar mascarillas;
cuando permiten cobrar de 80 a 120 dólares por un test que vale
menos de 20 y que deberían entregar gratis para saber si se padece
de COVID-19; cuando no se hacen suficientes pruebas para medir el
alcance de la pandemia (Ecuador ha hecho en 40 días menos de las
que hace España en uno solo); porque los responsables se han
plegado al monopolio de los laboratorios Roche que, desbordado,
prioriza otros mercados y nos deja sin pruebas. <br>
<br>
Es casi esquizofrénico pensar que se dispuso a la gente que se
encierre en sus casas para no ser agente de contaminación del
virus y pasear al virus en camiones por todo el país. Se denunció
que la empresa GPower Group transportaba desechos hospitalarios
contaminados, desde Guayaquil, para ser cremados a 500 km de
distancia, en la Joya de los Sachas (Orellana), camuflados de
desechos petroleros, mientras las autoridades de ambiente dicen
tener la autorización. <br>
<br>
Se manda a pedir a China mascarillas, en vez de hacerlas en el
país (Otavalo o Pelileo activados para la emergencia o centenares
de asociaciones de artesanos en barrios organizados); se solicitan
respiradores, cuando se estaban oxidando en las bodegas de un
hospital de Guayaquil unos que se habían comprado de forma
fraudulenta, y nadie sabía de su existencia. Se contrata a un
laboratorio internacional para realizar las pruebas, mientras
nuestras universidades, con capacidades instaladas no son
autorizadas para hacer los estudios.<br>
<br>
El sistema de salud en el Ecuador padece de improvisación, de
falta de transparencia, de favorecer intereses de multinacionales,
de impunidad frente a la corrupción, de exposición y falta de
garantías al personal sanitario, incluyendo a estudiantes de
medicina.<br>
<br>
La crisis del coronavirus puso a prueba a los sistemas de salud
del mundo entero y en todos los países se evidenciaron los efectos
de la reducción de los presupuestos y privatización de los
sistemas de salud y el resultado de un modelo de urbanización
salvaje y devastación de ecosistemas naturales.<br>
<br>
Los tres presidentes que tuvieron las respuestas más
despreciativas a la pandemia hoy sufren con tener las cifras más
altas del mundo de enfermos y pronto de muertos (EEUU), las cifras
más altas de contagiados en América Latina (Brasil) o residen en
la UCI de algún hospital (Gran Bretaña)<br>
<br>
Pocas veces la Unión Europea ha estado tan dividida, la demanda
mundial de insumos médicos en el mercado chino, las pruebas
fraudulentas vendidas por millones a España y Gran Bretaña,
muestran la verdadera cara del mercado libre, cuando la demanda,
desbordada, se centra en el menor costo. <br>
<br>
Sin embargo, cuando se habla de salud, hay otra realidad que pasa
por la posibilidad y necesidad de recuperar la autonomía, de
vincular la salud con los suelos, con el agua, con el aire, con
las realidades locales, con el trabajo colectivo, con la
solidaridad y la cultura del cuidado.<br>
<br>
En la práctica, quienes están asumiendo las tareas del cuidado y
enfrentando la tragedia de la salud del COVID-19, son las
familias, las personas que viven en cuarentena y los colectivos
que siguen trabajando para impedir que se amplíen las fronteras de
la destrucción.<br>
<br>
Hemos crecido con el consejo de que debemos pensar globalmente y
actuar localmente, sin embargo, nadie actúa pensando en la
importancia que tiene lo local. La necesidad de que los alimentos
tengan el menor número de kilómetros de transporte, de que haya
jóvenes que recuperen su capacidad de soñar y comprometerse,
indica que éste es un tiempo en el que se pone a prueba los
esfuerzos locales y comunitarios para que lo local sea cada vez
más autónomo.<br>
<br>
<b>ACCIÓN ECOLÓGICA</b><b><br>
</b><br>
11 de abril de 2020<br>
<br>
<br>
</font>
</body>
</html>