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<font face="Helvetica, Arial, sans-serif">Acción Ecológica opina<br>
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<div align="center"><b><font face="Helvetica, Arial, sans-serif">SERIE
CORONA VIRUS #2</font></b><b><br>
</b><b><br>
</b><b><font face="Helvetica, Arial, sans-serif">SOCIEDADES AL
AISLAMIENTO Y AISLADOS AL EXTERMINIO</font></b><br>
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<font face="Helvetica, Arial, sans-serif"><br>
El coronavirus pareciera ser un ejercicio de simulación de
aquellos estrenados en películas en donde la crisis de salud se
enfrenta con medidas militares, en refugios y con sistemas
individualistas de protección. Es una crisis en la que se ocultan
otros problemas de salud, la respuesta es el miedo y se
restringen los espacios de la solidaridad e inclusive el de los
afectos.<br>
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Ya se ha señalado que la epidemia del coronavirus COVID-19 es un
reflejo de la degradación ambiental. Las enfermedades transmitidas
de animales a seres humanos están creciendo a medida que los
hábitats naturales son destruidos y son invadidos por especies
introducidas que van dejando de ser biodiversos; se crean
condiciones para un solo tipo de especie invasora o para el
monocultivo y granjas de animales.<br>
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La Amazonía, al igual que otros territorios biodiversos, vive un
problema por la reducción y fragmentación de hábitats por la
contaminación petrolera, por la expansión minera y por la
proliferación de especies invasoras, con problemas de
deforestación y cambios en el clima.<br>
<br>
El deterioro ambiental también debilita los sistemas inmunológicos
de las poblaciones humanas. Para la gente en la Amazonía, por
ejemplo, la contaminación petrolera ha significado el cáncer,
desnutrición y empobrecimiento en general.<br>
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Mucho saben los pueblos indígenas del impacto de los virus, que
exterminaron pueblos enteros por su inocencia inmunológica. En
América, la llegada de los europeos esa vez significó la muerte
del 90% de la población amerindia en los primeros 100 años de
conquista y colonización. <br>
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En Ecuador el pueblo Waorani, por ejemplo, sufrió un exterminio
masivo por el virus de la gripe cuando entraron las operaciones
petroleras en su territorio, porque los trabajadores portaban
virus para los que ellos no tenían defensas, ni conocimientos
propios de cómo tratarlos. De igual manera entró la Hepatitis B y
D, afectando casi a la mitad de la población adulta Waorani, en
ciertos lugares de su territorio. Algo similar ocurrió con el
pueblo Tsáchila, impactado por la viruela a fines del siglo XIX y
principios del siglo XX tras incursiones asociadas con la
explotación del caucho. Hoy, en esos territorios sacrificados,
aun viven pueblos que transitan libres por la selva.<br>
<br>
Pero la crisis del coronavirus, de acuerdo al Ministro de Recursos
Naturales No Renovables obligará al país a aumentar la explotación
de todo lo que se pueda, lo más rápido posible. Petróleo y minería
están en la mira para generar recursos para la crisis. Entre lo
anunciado están las 8 plataformas dentro del área de
amortiguamiento de la zona intangible, que es el territorio de
los Pueblos Tagaeri y Taromenane en situación de Aislamiento
Voluntario.<br>
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Se ha suspendido el ingreso de turistas al Yasuní. Pero ¿y el
ingreso de las petroleras? Tomemos en cuenta que la presencia de
los técnicos y trabajadores petroleros es una amenaza letal.
Muchos de esos trabajadores son población de riesgo porque viajan,
tienen familiares que vienen de algunos de los territorios más
golpeados por el coronavirus: China y España. La mayoría de
empresas de servicios y operadoras en el Yasuní son de China,
entre estas CNPC, Andes Petroleum, Petroriental, Sinopec y CPEB, y
la más antigua es española, la REPSOL.<br>
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Aun superándose esta crisis, ese virus vino para quedarse. Si algo
ha aprendido la humanidad sobre los virus, es que se multiplican,
se dispersan y mutan. La sola amenaza de iniciar operaciones en el
Ishpingo es una sentencia de muerte para los Tagaeri y Taromenane.<br>
<br>
¿Qué se va a hacer para blindar a los pueblos del Yasuní, de
reciente contacto y sin contacto, del contagio de este nuevo
virus? La historia nos dice cuán frágiles son a estas
enfermedades virales.<br>
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Ojalá, que de la crisis que vivimos nos quede la sensibilidad e
inteligencia para actuar preventivamente. Para protegernos y
proteger a los demás, para reforzar los lazos de humanidad y
solidaridad, y no para aprovecharla, como lo anticipa la doctrina
del shock, tomando medidas que en otras situaciones resultarían
inaceptables: privatización de campos petroleros -como el de
Sacha-, o pasar por alto las prohibiciones de minería a gran
escala. Ojalá que las declaraciones del nuevo Ministro de Recursos
Naturales No Renovables no pasen de ser el típico exabrupto que
resulta del miedo, para enfrentar la crisis que estamos viviendo.<br>
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<b>ACCIÓN ECOLÓGICA<br>
<br>
</b>17 de marzo de 2020<b><br>
</b><br>
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